miércoles, 1 de abril de 2015

Besos... de Judas

Estamos en Semana Santa, y la figura del traidor, aunque sea desde el punto de vista religioso, la veremos una y otra vez durante unos cuantos días.
Pero no hay que viajar 2000 años atrás para revivir esa figura.

En el año 1993, una pareja se plantó en los tribunales porque se reconocía en la preciosa fotografía "El beso" de Robert Doisneau y quería derechos de autor. "Nada extraño", podíamos pensar todos... pero las parejas que se reconocían en la fotografía empezaron a aumentar. Finalmente, el fotógrafo tuvo que declarar en los tribunales que no era una instantánea tomada al azar, sino que se trataba de una pareja de estudiantes de interpretación a los que pidió fotografiarse en varios lugares de la capital francesa para una serie de retratos.


Se organizó un buen revuelo. ¿Quién no ha tenido un póster de "El beso" en la habitación? Desde luego, yo sí (también una de Robert Capa, esa que también dicen que no era espontánea). El hecho es que una de las fotografías más vendidas de la historia, y, por supuesto, una de las fotografías artísticas más conocidas, no era el símbolo del amor sencillo y verdadero que inicialmente representó.

Pero no quedó ahí la cosa: la verdadera protagonista apareció y reclamó cobrar el trabajo hecho. Pero no solo lo había cobrado en su momento, como también tuvo que demostrar el fotógrafo, sino que había vendido la copia que guardaba unos meses antes por 155.000 euros en una subasta en Suiza.

Unas personas reclamaron un derecho no merecido, y otras reclamaron algo ya conseguido.

No, no traigo a colación el tema por las fechas en que estamos, sino porque en 1994, un 1 de abril, murió Robert Doisneau.

Por unos pocos meses le complicaron la vida a él y a nosotros nos rompieron un mito... ¿Era necesario, de verdad?



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