"Como papá estaba enterrado en Granada, me pareció que David estaría bien cerca de él, él también deseaba ver sus cenizas bajo un olivo. El ayuntamiento aceptó mi pedido. David reposa ahora cerca de mi padre. Los dos hombres que marcaron mi vida con su sello, están reunidos ahí y mi lugar está guardado al lado de ellos, a fin de que no nos separemos nunca más, cuando llegue el momento." (
A la sombra de un olivo, memorias de
Isabel Ángeles Alarcón. Fundación Universidad Rey Juan Carlos. Edición no venal. 2006).
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Imagen: Clara Sánchez |
Algo más de seis meses después de que se nos fuera,
"La señorita del abanico", la ahijada de
Federico García Lorca, hija del pintor
Manuel Ángeles Ortiz, descansa por fin en el lugar que había reservado para ella, junto a su padre y su marido, a la sombra de un olivo, junto a la Alhambra de Granada.
El fin de semana pasado se reunieron para despedirla algunos de sus amigos y familiares. Un grupo de esos amigos viajó varios cientos de kilómetros, desde los lugares donde compartieron con ella horas de conversaciones y emociones, como Vilassar de Mar y Mataró (Barcelona). Algunos no pudimos desplazarnos a Granada. Nos quedamos pensando en ella con esa sonrisa que, de manera espontánea, surge cuando todo lo que puedes recordar es bello.
A nosotros nos regaló su libro. Y lo devoramos, recordando cómo, sentada en un sillón de casa de mis padres, nos había ido desgranando alguna de aquellas vivencias años atrás, antes de que nuestro cambio de residencia y su salud nos separasen. Nunca la olvidamos, y, para orgullo nuestro, ella tampoco a nosotros. El cariño y el respeto fue siempre en ambas direcciones.
A la sombra de un olivo, pues, los amigos y familiares le dijeron palabras cariñosas. Entre ellos,
Manuel Patricio, que le había escrito un poema para la ocasión. No tengo grabación de aquel momento, pero sí os puedo dejar la lectura que le dedicó
Carlos Soriano en el programa Minuts Poètics, de Mataró Ràdio.
En olivo quisiste repetirte
Instantánea ante la tumba de
Manuel Ángeles Ortiz
recibiendo las cenizas de su
hija Isabel-Clara, “La señorita
"del abanico
En olivo quisiste repetirte
y te hiciste jardinero de ti mismo.
Tapado con tu nombre, por si llueve.
Y una alfombra de aceitunas por abrigo.
Como esperan
en Jaén los olivares.
Al ponerse
la tarde su pañuelo
un vuelo de
sol acantilado, casi polvo de luz en retirada,
por la
Alhambra se acerca hasta encontrarte.
Y después de
mirar
desaparece.
Como miran
en Granada los reflejos.
Nosotros,
fotografía de perplejos,
hemos venido
a traerte
el amor que
te faltaba:
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Imagen: Clara Sánchez |
aquí tienes
a tu niña Isabel-Clara:
con su aire
de abanico;
en olor de
soleá recién callada.
Más al
norte, en otro olivo,
duerme “el
sueño de las manzanas”
“Los grillos cantan por el oeste”
¡Y ésos olivos tuyos que son cipreses!
Manuel Patricio
17 de abril de
2015