jueves, 1 de octubre de 2015

Política, con mayúscula

Llamadme exquisita, pero estos políticos que nos gobiernan me tienen aburrida.
Juegan a los números para despreciar a los otros. Un 48% no es válido para plantearse hablar con un territorio, pero con un 44% ponen medallas a las vírgenes en nuestro nombre.
Utilizan la Justicia como los papelitos humedecidos con saliva que los niños se tiran unos a otros en clase, y se dedican a acusar a los contrincantes por causas por lo menos iguales a las que ellos mismos hacen o dicen.
La presencia en los plenos en los que deberían presentar sus propuestas y sus respuestas no parecen ser importantes, ni siquiera las comparecencias públicas ante los medios.
Que no digo yo que tengan que acudir a programas y bailar, como hace el presidente norteamericano, ni siquiera gritarse como si no hubiera un mañana, como en el parlamento inglés, pero eso de “todo para el pueblo, pero sin el pueblo” debió terminar con el despotismo ilustrado, hace unos cuantos siglos.
A mí me enseñaron en mi casa (mis padres debían ser raritos) que hay que hablar con los otros, que en una democracia todo puede hablarse y discutirse, y que el respeto hacia los demás debe prevalecer sobre cualquier otra cuestión…
Señores políticos, aprendan ya la diferencia entre politiqueo y Política (con mayúscula), que es lo que nos hace falta en estos momentos, y, además, cobran por ello.

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