En España no hay pueblo o región que no tenga una forma especial de celebrar este día, y son tradiciones que se remontan muchos siglos atrás. En su mayoría pasan por la visita a los cementerios, con leyendas propias de fantasmas y espectros, la celebración de mercadillos o ferias, y la inclusión de dulces (huesos de santo, panellets, boniatos, castañas) en una celebración especial.
La globalización nos ha hecho ir abandonando estas tradiciones para adoptar unas nuevas que nos han venido de la cultura anglosajona, especialmente a través del cine, y desde hace unos pocos años, Halloween ha sustituido a Todos los Santos.
Las tradiciones, sin embargo, suponen una parte importante de nuestra cultura. Y deberíamos, al menos, conocerlas. Por eso apelo a los profesores, a los maestros, a cambiar las calabazas por las costumbres locales. O al menos a no abandonarlas. Para acabar celebrando Halloween siempre estamos a tiempo, pero para conocer las historias que fundamentaron la esencia de lo que somos, no tenemos tiempo. Y un pueblo sin tradiciones propias, está seriamente dañado.
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