Miguel Hernández en la radio durante la guerra civil. Fundación Cultural Miguel Hernández (Jesucristo Riquelme) |
parece que tu lengua, que tu aliento,
los ha cerrado el golpe de una puerta.
Como si paseara con tu sombra,
paseo con la mía
por una tierra que el silencio alfombra,
que el ciprés apetece más sombría.
Rodea mi garganta tu agonía
como un hierro de horca
y pruebo una bebida funeraria.
Tú sabes, Federico García Lorca,
que soy de los que gozan una muerte diaria.
Miguel Hernández escribió esta Elegía primera a Federico García Lorca a propósito de su asesinato, desconociendo que, no tantos años después, él mismo seguiría ese camino.
Y desconocía también que su muerte diaria sería de verdad, año tras año, día tras día.
El 30 de octubre se cumplen 105 años de su nacimiento. Y, como desde hace tanto, se celebra casi en silencio, casi proscrito, desterrados de su tierra natal él y su legado, tras unos años que parecieron de luces.
Tal vez estuviera equivocado cuando, en Vientos del pueblo, escribía
No soy de un pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
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