Señores, hoy me he quedado sin palabras. Tal vez debiera haber hablado del tiempo, ése que, por sorpresa, parece que nos va a dar un inicio de marzo helado, tras un invierno extrañamente tibio, a juego con la situación de nuestra política nacional. Pero no quiero dejar de contar lo que sentí ayer al ver a dos fuerzas radicalmente distintas a priori firmar un pacto que lleva a ninguna parte, mientras los suyos babeaban a su alrededor, como si en lugar de un acuerdo de gobierno estuvieran presenciando una boda de penalti. Porque por lo visto, los que nos quieren gobernar no saben sumar.Lo que no voy a aceptar es que, tras la palabrería, las discusiones, los titulares que se suceden cada diez minutos, las propuestas vacías de contenido, nos acusen a nosotros de no haber sabido votar.
No esperen grandes cambios en unas segundas elecciones, no nos castiguen con más campañas y dardos envenenados, no nos obliguen a votar de nuevo. El pueblo soberano habló ya. Dejen de correr como gallinas descabezadas, recojan sus guantes, guarden sus armas, y déjennos vivir en paz, que es lo único que queremos.
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