¿Cómo podemos permitir que un personaje como Gómez de la Serna esté en nuestro Parlamento?
Imagen: El País |
Me confieso: tengo dos hijas, cuyos embarazos coincidieron con las negociaciones de convenio colectivo de ámbito nacional en las que, como presidenta del Comité de Empresa, participé, hace ya algunos lustros.
Hubo reuniones, negociaciones, discusiones, y nunca falté a ninguna. Incluso estando de baja maternal participé en nuestras asambleas, ante decenas de personas, porque me apasionaba ese momento que vivía, y, evidentemente, mis hijas, recién nacidas cuando se dio el caso, venían conmigo. De hecho, cuando se firmó el segundo convenio, mi hija tenía pocas semanas, pero me acompañó a presenciar aquel momento (fui como espectadora, por supuesto, que yo estaba de baja).
También confieso que vinieron a manifestaciones cuando correspondió (y en Barcelona eran multitudinarias, no como otras, por desgracia). El “no a la guerra”, la defensa de la escuela pública… todo eso lo han vivido de primera mano. Nos pintábamos la cara, y con bolsas de basura cortadas como chalecos hacíamos sus pancartas. Cuando pudieron, las decoraban ellas.
Incluso tuvimos “la osadía” de que nos acompañaran al teatro, a algunos conciertos… A la mayor le propusieron que saliera una vez, en una obra importante, a participar en la escena de una boda. Si no lo hizo fue por la responsabilidad de no saber cómo iba a responder.
A veces pienso que son como son porque lo han “mamado” desde que las llevaba en el vientre.
Imagen: bekia.es |
Lo de Gómez de la Serna, ya tal.
Fin de la cita.
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